Suspiro y no me libero de esta carga,
Corazón desbocado que muere asficciado
por la incomprensión de mi mente.
Mente que no alcanza de vislumbrar sus
propias conclusiones. Ilógicas, dispares.
Labios secos, arrugados, grapados.
Inmoviles ojos brillantes de dilatadas pupilas. Párpados caidos, cejas paréntesis que enamarcan
mi tristeza, mi agobio, mi perpetua desdicha.
Todo mi ser se manteine latente,
como la yema del árbol en un duro invierno.
Atrapado, inmovil, acorazado de sensaciones
imposibles de aflorar de mi dictadora mente.
Sin embargo mi caudillo no puede hacer nada.
Cada latido tiene una sonrisa, una mirada,
una caricia, un beso blanco ...
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